Los tentáculos económicos y políticos del propietario del Grupo México, Germán Larrea Mota Velasco, se extienden por todo el territorio nacional con ferrocarriles, carreteras, minas, petróleo, energéticas y hasta cines, un emporio construido a la sombra del poder político y que lo encumbró como el segundo hombre más rico del país con una fortuna de alrededor 29 mil millones de dólares.
Sólo en los ferrocarriles, Larrea es propietario de 11 mil 131 kilómetros de vías férreas en 24 estados de la República, así como en Texas y Florida, equivalentes a casi cuatro veces la longitud de la frontera de México y Estados Unidos, por lo que la “expropiación” de 120 kilómetros en Veracruz, decretada el viernes 19 por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, es casi insignificante ante la magnitud de la red.
Es tal el poderío de Larrea en los ferrocarriles de México, que en 1998 le entregó Ernesto Zedillo, que hasta se volvió filántropo: Habilitó un tren de 17 vagones como “clínica ambulante” para llevar “servicios médicos gratuitos a las comunidades más alejadas y necesitadas de la República Mexicana”.
Larrea también se ufana de construir un hospital en Oaxaca, de financiar proyectos de cine y de proyectar películas en zonas marginadas a través de la cadena Cinemex, también de su propiedad, pero nada ha hecho por rescatar a los 65 trabajadores de la mina de Pasta de Conchos, en Coahuila, atrapados desde el 19 de febrero de 2006, ni ha reparado los daños que causó, en 2014, el derrame de 40 millones de litros de desechos tóxicos en los ríos Sonora y Bacanuchi, que impactaron a más de 22 mil personas.
En vez de esto, Larrea pretende sumar el grupo financiero Banamex a su emporio empresarial, que con sus subsidiarias Southern Copper Corporation y ASARCO tiene las mayores reservas de cobre en el mundo. De ahí que se le conozca como “El rey del cobre”.
Según la información corporativa de Grupo México, movió 62 mil 811 millones de toneladas en la red ferroviaria de su propiedad.
Pero Larrea también tiene, además de los negocios de ferrocarriles y minas, una división de Infraestructura, cuyas principales subsidiarias son México Compañía Constructora, Grupo México Servicios de Ingeniería (GMSI) y Controladora de Infraestructura Petrolera México (Pemsa).
A través de Controladora de Infraestructura Energética México (CIEM), Larrea genera y vende energía eléctrica, y con la Concesionaria de Infraestructura del Bajío construye carreteras, como la autopista Salamanca-León, en Guanajuato.
Como lo hizo su padre, Jorge Larrea, hasta su muerte en 1999, Larrea Mota Velasco ha cultivado las relaciones políticas con gobiernos priistas y panistas, como Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Salinas fue clave en el crecimiento del emporio de Larrea, como lo fue también con Carlos Slim al entregarle Teléfonos de México y que lo convirtió en el hombre más rico de México, y con Ricardo Salinas Pliego, el tercer magnate más acaudalado del país, al que le entregó Televisión Azteca.
Salinas le entregó a Larrea la compañía minera de Cananea, la principal productora de cobre y que después se convirtió en el Grupo México, y éstos compraron luego las acciones gubernamentales de la mina de La Caridad, también a precio bajo.
Además de la red ferroviaria que le entregó Zedillo, Larrea obtuvo concesiones de minas con Calderón, cuyo exsecretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, es su abogado corporativo, y hasta su portavoz, Héctor Villarreal Ordóñez, es de trayectoria panista y con cargos prominentes en el Gobierno de Fox.
En el contexto de la campaña de 2018, López Obrador declaró que muchos magnates de México no quieren que haya un cambio en México, porque son los que han obtenido privilegios de los gobiernos neoliberales.
El 25 de mayo de 2018, Grupo México emitió una carta a sus empleados, colaboradores y accionistas para asegurar que las concesiones mineras, ferroviarias y carreteras que opera no son producto de corrupción como “injustamente” lo acusó el entonces candidato López Obrador.
“El término ‘concesión’ no es sinónimo de corrupción ni de compadrazgo como se ha insinuado recientemente”, escribió Larrea. “Como empresario creo en un modelo capitalista de libre mercado con un alto contenido de responsabilidad social”, aseguró.
Y por ello criticó las intenciones de “un gobierno populista” y la “estatización de empresas”.
*Álvaro Delgado
Columna publicada el 23/05/23 en sienembargo.mx