En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), un preocupante número de 1,205 profesionistas se encuentran atrapados en trabajos que no están acordes con su formación académica. A pesar de que la normativa universitaria garantiza su derecho a aspirar a promociones laborales acordes con sus estudios, se ven condenados a permanecer en plazas que no reflejan su preparación.
Estos profesionales, que incluyen abogados, biólogos, químicos, administradores, sociólogos, psicólogos y geógrafos, se encuentran contratados para desempeñar labores que van desde la intendencia y la vigilancia hasta la asistencia administrativa, lejos de las oportunidades que deberían recibir en docencia, investigación, administración o dirección.
A pesar de contar con títulos e incluso estudios de posgrado, se ven relegados mientras trabajadores de confianza ocupan los puestos que les corresponden. Incluso la Universidad asigna a estudiantes en servicio social para realizar tareas que deberían ser asignadas a los profesionistas.
La situación se agrava con el paso de los años, y ejemplos como el de María de Jesús Torres de la Vega, médica cirujana con 80 años de edad y 57 años de servicio en la UNAM, adscrita a labores de ayudantía, reflejan la problemática existente. María Guadalupe Guadarrama Huerta, licenciada en biología y especialista en estadística aplicada con 62 años de edad y 42 años de servicio, se encuentra realizando labores de «analista C» en el Instituto de Investigaciones Económicas.
Estos casos se multiplican hasta superar los 1,200 profesionistas afectados. El Movimiento de Profesionistas Titulados y con Estudios de Posgrado ha luchado pacíficamente pero con firmeza por la reubicación de estos trabajadores, depurando la lista con nombres, adscripciones, estudios y situaciones laborales.
Aunque el Sindicato de Trabajadores de la UNAM (STUNAM) ha reconocido oficialmente 1,694 casos, la depuración revela que 1,205 profesionistas tienen derecho a la reubicación según la normativa de la UNAM. Estos profesionales se desempeñan en diversas áreas, como bibliotecarios, auxiliares de intendencia, laboratoristas, técnicos, oficiales de servicios administrativos, analistas, vigilantes, entre otros.
La falta de reconocimiento y reubicación de estos profesionistas titulados va en contra del Contrato Colectivo de Trabajo, que establece la obligación de la UNAM de reasignar puestos de acuerdo con las competencias de los trabajadores. La cláusula 57 de este contrato, titulada «Reubicación por Carrera Técnica o Profesional», queda en letra muerta para más de 1,200 empleados.
Ejemplos como el de José Arturo Flores Félix, licenciado en periodismo y maestro en sexología educativa, que se encuentra relegado a funciones de asistencia administrativa a pesar de su amplia experiencia y conocimientos, ponen de manifiesto la falta de oportunidades para estos profesionistas dentro de la UNAM.
Otro caso que merece atención es el de Edgar Villanueva Ramírez, licenciado en administración con 32 años de antigüedad laboral en la Dirección General de Administración Escolar. A pesar de su formación y experiencia, no se le ha brindado la oportunidad de desempeñarse en un puesto acorde con su perfil.
María de Jesús López Martínez, licenciada en arquitectura con 28 años de antigüedad laboral, trabaja como vigilante en el museo Universum. Su situación es especialmente difícil, ya que su puesto se encuentra entre los que perciben los salarios más bajos dentro de la UNAM.
El caso de Eder Llanos Mendoza también resulta destacado. Siendo psicólogo y con estudios de posgrado en docencia, estuvo durante 14 años desempeñando labores como auxiliar de intendencia. Recientemente, fue reclasificado como auxiliar de librería, pero su nivel laboral sigue siendo similar al que ocupaba hace casi tres lustros, a pesar de su nivel académico.
Estos ejemplos muestran una realidad preocupante en la UNAM, donde profesionales altamente capacitados se ven relegados a funciones que no están acordes con su formación. A pesar de que existen cláusulas en el Contrato Colectivo de Trabajo que deberían garantizar su reubicación, estas disposiciones no se están cumpliendo en la práctica.
Es fundamental que la UNAM revise y rectifique esta situación, brindando oportunidades justas y adecuadas a estos profesionistas titulados. La reubicación de estos trabajadores de acuerdo con sus competencias y formación no solo sería un acto de justicia, sino también una inversión en el potencial humano de la institución.
La Universidad Nacional Autónoma de México, reconocida por su excelencia académica, debe asegurarse de que los profesionales que han sido formados en sus aulas puedan ejercer sus conocimientos y contribuir de manera significativa al desarrollo de la institución. Es responsabilidad de las autoridades universitarias y del STUNAM trabajar conjuntamente para encontrar soluciones que resuelvan esta problemática y brinden una trayectoria laboral adecuada a estos profesionales.
La UNAM tiene la oportunidad de demostrar su compromiso con la equidad y la excelencia al asegurar que todos sus profesionales sean valorados y recompensados de acuerdo con su formación y experiencia. La reubicación de los profesionistas titulados en puestos acordes con sus estudios es un paso necesario hacia la construcción de una universidad más justa y eficiente.
Esperemos que la UNAM tome medidas concretas para abordar esta situación y garantizar que ningún profesional altamente capacitado se vea relegado a labores que no corresponden a su formación. El futuro de la institución y el desarrollo de su talento humano dependen de ello.