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Y sin embargo … – Agenda ciudadana

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Lorenzo Meyer - Opinión

La sabiduría popular ha condensado en tres palabras una idea compleja: “nadie es indispensable”. Sin embargo, hay coyunturas donde esa supuesta verdad se tambalea.

Lo anterior viene al caso a raíz del tercer contagio del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) de SARS-Cov-2. Inevitablemente la noticia dio pie a especulaciones -notables las de mala fe- sobre el verdadero estado de salud del presidente e incluso algunas publicaciones internacionales ordenaron preparar el obituario.

Como presidente y líder carismático de un esfuerzo por transformar el régimen político autoritario y extractivo que arraigó en México tras la culminación de la Revolución Mexicana, AMLO es la pieza clave en un proceso político que intenta cambios y enfrenta fuertes resistencias en las relaciones de fuerza entre los actores y que, además, se encuentra en los prolegómenos de una sucesión presidencial con alternativas y competencia reales.

Es vieja la discusión sobre la importancia que tienen en la configuración y desenlace de acontecimientos decisivos en la historia de una sociedad o de una época el papel desempeñado por ciertos individuos en contraste con el jugado por las grandes fuerzas impersonales de la economía, la geografía, la demografía, etc. Sólo el examen detallado de cada caso permite ponderar si la importancia del papel de ciertos individuos -de los líderes- pueden ser, o no, el elemento decisivo de la explicación. Y para ejemplificarlo en un contexto externo pero cercano veamos un puñado de casos de la historia norteamericana.

El asesinato del presidente Abraham Lincoln -el 15 de abril de 1865- dejó a la deriva la solución del delicado asunto de incorporar como ciudadano en los derrotados Estados Confederados a los antiguos esclavos. El sustituto de Lincoln, el vicepresidente Andrew Johnson, careció de la visión y capacidad de Lincoln y optó por ponerse del lado de los intereses de los antiguos esclavistas. Las reverberaciones de esa “no solución” aún afectan a la sociedad del vecino del norte. En 1918 la enfermedad de Woodrow Wilson -posiblemente provocada por el virus de la influenza- cuando estaba en Francia en plena negociación de la paz minó físicamente a la única persona capaz de moderar la dureza de las condiciones impuestas a Alemania por Francia e Inglaterra. Un resultado de lo anterior fue sembrar las semillas de la revancha que finalmente facilitaron el ascenso al poder de Hitler en 1933. La inesperada muerte del presidente Franklin Roosevelt a mediados de 1945 dejó en manos del obscuro vicepresidente Harry S. Truman el complejo diseño de las relaciones de Occidente en términos de confrontación con Stalin y no de negociación como lo había hecho hasta entonces Roosevelt y la Guerra Fría se convirtió en inevitable.

Sí, la historia muestra que la desaparición o incapacidad repentina de un jefe de Estado fuerte, popular y carismático como lo es hoy AMLO, y en un entorno conflictivo, puede tener efectos de tal magnitud que cambien la naturaleza y trayectoria de variables clave y del derrotero mismo de un sistema de poder o incluso, en el caso de una gran potencia, del sistema internacional. Hoy y en México, sin AMLO al frente de MORENA -organización aún en formación- perdería buena parte de la fuerza y unidad que son necesarias en el juego de suma cero entre los impulsos de cambio y las grandes fuerzas e intereses del antiguo régimen que hoy están a la defensiva. Sin AMLO, la derecha tendría la gran oportunidad que por ella misma no ha podido construir.

Para concluir, en los arcos históricos de larga duración no son los individuos sino las fuerzas impersonales que participan en la lucha por el poder lo que mejor explica la evolución de las sociedades. Sin embargo, en coyunturas críticas como la nuestra el liderazgo de AMLO ha resultado determinante e insustituible. Y como afortunadamente, los efectos dañinos del virus en el presidente fueron pasajeros la lucha por avanzar en el proceso de cambio de régimen mantiene el ritmo y la dirección originales.

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La Sociedad de la Emoción: cuando opinar sin leer se volvió un derecho sagrado

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“No he leído nada, pero yo creo que tengo razón.”
Esta frase resume el estado mental de millones de usuarios en redes sociales. El problema no es que opinen. El problema es que se creen sabios por hacerlo.

🧠 De la ilustración al «yo siento que…»

La historia humana ha tenido momentos oscuros. Inquisiciones, censura, quema de libros. Pero nada se compara con esta era donde la ignorancia no solo es libre: es celebrada.

Durante siglos, la gente educada era respetada porque dedicaba su vida a entender. Hoy, el que más grita gana el debate, y el que presenta datos es tachado de “mamador”, “elitista” o “vendido”.

¿Qué ocurrió?
Internet. Redes sociales. El algoritmo de la emoción.

Las redes sociales no premian la verdad, premian lo que genera reacción. Y entre la verdad incómoda y la mentira emocionante, la mentira gana. Siempre.

📲 El culto al “yo opino aunque no sepa”

Hoy cualquiera se siente con derecho a opinar de todo, aunque no tenga el más mínimo conocimiento. No es exageración: basta con revisar cualquier sección de comentarios.

  • Sobre vacunas:

“Yo no me la pongo, mi prima se sintió rara.”
(¿Y la evidencia científica? ¿Los datos? ¿Los estudios?)
“¡Pues yo digo que no!”

  • Sobre conflictos internacionales:

“Todo eso es falso, yo vi un video donde lo explican.”
(¿Un historiador? ¿Un diplomático?)
“No, un influencer de Monterrey que hace lives mientras juega.”

  • Sobre economía:

“Yo creo que la inflación es por culpa del PAN.”
(¿Y los indicadores del Banco de México?)
“No sé, pero así lo siento.”

Este patrón es constante: eliminan la duda y canonizan su percepción.

🤡 El nuevo periodismo: memes, TikToks y “me suena”

El fenómeno más preocupante es que la gente ya no distingue entre información y entretenimiento. Si algo se ve bonito, se escucha convincente, o tiene música épica de fondo, entonces “ha de ser verdad”.

  • Un meme con una frase atribuida a Einstein (que nunca dijo): viral.
  • Un artículo con fuentes verificadas y contexto histórico: ignorado.

La lógica es esta: “Si ya me hizo sentir algo, ¿para qué verificarlo?”
Y ese es el nuevo peligro. La emoción ha reemplazado al pensamiento.

🎓 Leer es sospechoso

Antes, leer te hacía culto. Hoy, te hace sospechoso. Si dices:

“Te recomiendo leer este libro de 300 páginas para entender el tema.”
Lo más probable es que te contesten:
“Uy, qué hueva. Mejor pásame un video de 2 minutos.”

Pero no solo es flojera. Es una aversión al esfuerzo intelectual. Una hostilidad contra cualquier cosa que requiera atención, duda, silencio o autocrítica.

Vivimos en una época donde la verdad debe ser rápida, corta y entretenida. Si no lo es, no sirve. Si incomoda, se cancela. Si requiere contexto, se considera manipulación.

😱 El peligro no es la ignorancia, es el orgullo de ser ignorante

Hay una diferencia abismal entre no saber y no querer saber. Lo primero es humano. Lo segundo es peligroso.
Y hoy estamos rodeados de gente que no sabe, pero se ofende si se lo haces notar.

Esta nueva figura digital —el “opinador sin fuentes”— es agresivo, seguro de sí mismo, emocionalmente frágil y convencido de que sentir algo es equivalente a entenderlo.

Es alguien que dice:

“Yo creo que eso no es cierto, porque no lo creo.”
“No tengo pruebas, pero no me gusta.”
“No he leído nada, pero estoy seguro de que tú estás mal.”

Y lo peor: hay miles aplaudiéndolo.

🧨 Pensar es peligroso… para el algoritmo

¿Por qué pasa esto? Porque pensar no genera tantos clics como reaccionar.

  • Un artículo con datos requiere 3–5 minutos de lectura.
  • Un meme lo entiendes en 2 segundos.
  • Un video indignante genera comentarios inmediatos.
  • Un análisis detallado te obliga a revisar tus ideas… y eso es incómodo.

Las plataformas lo saben. El negocio está en las emociones, no en la verdad.
Y mientras más divididos, desinformados y reactivos seamos, mejor para el modelo de negocio.

🛡️ ¿Cómo se combate esto?

No es fácil. Pero hay caminos:

  1. Dudar de lo que emociona. Si algo te indigna en segundos, verifica antes de compartir.
  2. Leer más allá del titular. La mayoría de los opinadores de Facebook ni siquiera entran al enlace.
  3. Exigir fuentes. No importa si es tu tío, tu amiga o un tiktoker. Sin fuente, no hay argumento.
  4. Dejar de compartir basura. Literal. Si no sabes si es cierto, no lo subas.
  5. Educar desde lo incómodo. Hacer que la gente piense… aunque duela.

📎 ¿Tú también opinas sin leer?

Si este artículo te hizo enojar, tal vez eres parte del problema.
Si te hizo pensar, compártelo. Eso ya es un acto subversivo.

📎 enlacemexico.mx/la-era-del-meme-opinar-sin-leer
📲 Síguenos y desinfecta tu algoritmo con dosis regulares de pensamiento.

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La irracionalidad como razón de estado: Transmutación esotérica sin futuro 

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La irracionalidad como razón de estado: Transmutación esotérica sin futuro 

Guillermo Fabela Quiñones 

Este año el Mes de la Patria será recordado por la conversión de los usos y costumbres de los grupos étnicos del país en política de Estado, por encima de lo que mandata la Carta Magna. Así se confirma, por si hiciera falta, que el régimen de la Cuarta Transformación camina en sentido contrario a la marcha de la historia. Afortunadamente, la tan esperada reunión del secretario de Estado del gobierno estadunidense con la presidenta Claudia Sheinbaum sucedió un días después, con el inconveniente de que las invocaciones al dios Tláloc desde el Zócalo capitalino, obligaron a que el alto funcionario fuera recibido con un fuerte aguacero, que no cesó desde el aeropuerto “Felipe Ángeles” hasta su hotel en Polanco, luego de un viacrucis de más de dos horas en el pesado tráfico capitalino, cuyas calles son semejantes a campos minados, por eso de los baches en calidad de albercas. 

Por la mañana del lunes, paralelamente, se llevaron a cabo tanto la presentación, ante un selecto número de invitados, del primer Informe de Gobierno de la presidenta Sheinbaum, en Palacio Nacional, como la “limpia”, por selectos chamanes, de los nuevos titulares del Poder Judicial, ahora presidido por un descendiente de una etnia oaxaqueña, lo que no deja de ser un racismo al revés. Ambos eventos tuvieron como trasfondo la presencia virtual del ex mandatario; en el informe palaciego, en un video alusivo a sus días triunfalistas ante las masas, mientras la mandataria iniciaba su alocución; en la ceremonia de evocaciones prehispánicas, su recuerdo como “santón” del México que añora, por meras razones políticas y demagógicas, sus raíces ancestrales. 

La mandataria dio lectura a su primer informe con una rotunda afirmación: “Vamos bien y vamos a ir mejor”, palabras que nos hicieron recordar los discursos de su antecesor, plenos de frases optimistas y autoelogios desafortunados. Se comprometió a “profundizar la transformación”, a no usar la fuerza contra el pueblo, permitir la mayor libertad de expresión y apuntalar “la paz y el bienestar” de las clases mayoritarias. Fue tan previsible su mensaje que lo más significativo de la ceremonia fueron las señales a la clase política morenista: sus principales representantes fueron sentados en lugares lejos del atril donde leyó su mensaje, en la quinta y sexta filas. 

Sin embargo, la expectación de los concurrentes estaba en lo que ocurriría un día después, en la reunión con el secretario de Estado, no obstante saber que lo verdaderamente importante no se sabría en los medios ni tampoco que los acuerdos de fondo se hicieran públicos. 

Lo más destacado en la jornada que marcó el inicio del segundo año de su sexenio, fue el arranque del nuevo Poder Judicial, pocas horas más tarde, con la presencia de la mandataria para dar carácter plenipotenciario a un régimen prácticamente libre de contrapesos (¿con la excepción del crimen organizado como tal?). Lo verdaderamente mediático fue la ceremonia esotérica en la que los nueve ministros de la Corte fueron objeto del ritual prehispánico, donde se invocó el espíritu de Quetzalcóatl y “la trasmutación que necesitan para ejercer su labor justiciera”. 

La sombra del ex mandatario se mantuvo todo el día, no sólo en los discursos sino en la forma simbólica de ejercer el poder, como era característico en él, con el propósito de eludir el compromiso fundamental en un Estado de Derecho: el futuro de la nación. El Zócalo capitalino se llenó de copal, incensarios, mantras prehispánicos y alusiones al fundamentalismo al que deberán sujetarse en su quehacer como garantes de la justicia que sigue siendo asignatura pendiente para los pueblos indígenas, la mayoría de ellos dirigidos bajo sus usos y costumbres. 

No importó, a los nuevos ministros de la Suprema Corte, que con esta ceremonia se estuviera quebrantando el espíritu laico del Estado mexicano, pues no de otro modo pueden interpretarse los simbolismos del ritual público, que conforme a la Carta Magna debería llevarse a cabo dentro de un templo. Pero en la situación prevaleciente, eso es “pecado menor”, dentro del caudal de aberraciones jurídicas que legó el ex mandatario para garantizar su modelo de gobernanza por tiempo indefinido. El caso es que la nueva Corte Suprema asume su responsabilidad con la mancha de la ilegitimidad, aunque así no lo haya visto el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que avaló el uso de los popularmente llamados “acordeones”. 

Así, según los dirigentes del nuevo régimen, México aporta un modelo “democrático” sui géneris, que para el grupo en el poder está llamado a ser adoptado en el mundo, pues “asegura que el Poder Judicial sea representativo de la voluntad popular, con su voto en las urnas”; como si los diversos grupos étnicos del país no tuvieran derecho al voto. Lo que más llama la atención es que tal patraña se la crean, sin apenarse sino con una seriedad desconcertante, los funcionarios del mismo, desde los magistrados, jueces y hasta los miembros del organismo creado expresamente como órgano vigilante de la actuación, “apegada a Derecho”, de todos los miembros de la Judicatura. 

El mes de septiembre de este crucial año 2025 será recordado, desde luego, por el reconocimiento expreso del secretario Rubio al cambio de la política de “abrazos no balazos”, al afirmar: “Jamás en la historia ha habido el nivel de cooperación que hay en este momento, cooperación al nivel que respeta la integridad y soberanía de ambos países”. Fue aún más explícito al señalar que “no hay gobierno que esté colaborando más en la lucha contra el crimen que el de la presidenta Claudia Sheinbaum”. 

Tan importante aval, por otro lado, es un compromiso de no ceder a las presiones del grupo del ex mandatario incrustado en su administración, el cual necesariamente tendrá que rendirse ante el imperativo del cambio estructural que necesita el país, independientemente de las acechanzas de quien nos quiere anclar en un pasado cada vez más ominoso. La mesa quedó puesta para una relación bilateral de respeto a nuestros intereses. Pero hacernos respetar dependerá de mantener una postura digna, que debe comenzar al interior del sistema; y, sobre todo, que la oligarquía entienda que el Poder Ejecutivo no está para servirlos a ellos. Seguir con esa actitud nos conducirá a escenarios tan absurdos como el de las “limpias” prehispánicas, pero con armas largas operadas por enfermos mentales. 

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Noroña: el indomable que encarna el castrismo y amenaza a Morena

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Noroña: el indomable que encarna el castrismo y amenaza a Morena

Por: Ricardo Noguerón

En la política mexicana hay personajes folclóricos que aparecen, hacen ruido y desaparecen. Fernández Noroña parecía ser uno de ellos. Sin embargo, en el vacío que dejó la salida de Andrés Manuel López Obrador de la primera línea política, su figura ha mutado en algo más profundo: un líder independiente, con discurso propio, con base social en redes, y con un respaldo internacional que Morena ya no controla.

La ofensiva coordinada de las últimas semanas contra Noroña —desde Morena, desde la oposición y desde los medios más influyentes— revela que lo que está en juego no es su camioneta Volvo, sus whiskeys caros ni su nueva casa. Lo que está en juego es que, por primera vez, México podría tener un candidato presidencial cuyo poder no provenga de la estructura partidista, sino del castrismo internacional.

Morena, el huérfano heredero

Morena se quedó huérfano tras la salida de AMLO, su padre político y cohesionador. Heredó todo el poder: gubernaturas, Congreso, narrativa del “pueblo bueno”. Pero como niño que recibe una herencia millonaria, se dedicó a gastar en cargos, contratos y alianzas fáciles. El resultado: un partido con mucho poder, pero sin rumbo ni disciplina.

Ese vacío de liderazgo abrió espacio para que emergiera alguien que no depende del aparato: Noroña.

El indomable

Noroña no es un político institucional, ni un operador clásico de partido. Vive de sus redes sociales, de los súperchats de sus seguidores y de un discurso confrontativo que conecta con el descontento popular.

Sus simpatizantes saben que disfruta de lujos, que no vive en austeridad franciscana, y no les importa: lo siguen no por su estilo de vida, sino porque lo sienten auténtico. Noroña dice lo que ellos piensan, sin filtros. Y eso en política vale más que cualquier imagen cuidada.

Cada vez más ciudadanos empiezan a verlo como un candidato presidencial natural para 2030.

¿Qué es el castrismo y por qué se parece a Noroña?

El castrismo no es solo la ideología de Fidel Castro en Cuba. Es un modelo político que mezcla:

  • Populismo carismático: un líder que se presenta como la voz del pueblo contra las élites.
  • Autoritarismo centralizado: concentración del poder en un caudillo indomable.
  • Narrativa de resistencia: el líder se vuelve mártir frente a ataques internos o externos.
  • Empobrecimiento controlado: el pueblo es mantenido en la precariedad, mientras se le ofrece identidad política y orgullo nacionalista como sustituto del bienestar material.

Noroña encarna varios de estos rasgos:

  • Como líder carismático, habla sin filtros, conecta con la indignación popular y se presenta como el único auténtico.
  • Como figura política, es indomable, no responde a Morena ni a la disciplina institucional.
  • Como personaje, vive de la confrontación y del papel de víctima: mientras más lo atacan, más crece.
  • Como proyecto, se alinea naturalmente con el madurismo en Venezuela y el chavismo continental, que lo ven como su espejo mexicano.

Por eso no es casual que Noroña sea visto como la carta perfecta del castrismo en México.

El dilema de Morena

Morena intentó domesticarlo: le dio la presidencia del Senado, lo inscribió formalmente en el partido. Nada funcionó. Noroña es indomable porque no depende del partido.

Ahora, Morena y sus aliados lo atacan, lo exhiben como incongruente y lo ridiculizan. Incluso recurren a operadores como Alito Moreno para la guerra sucia. Pero hay un riesgo: que esa ofensiva no lo destruya, sino que lo convierta en mártir.

Los medios contra Noroña

Que periodistas como Ciro Gómez Leyva, Loret de Mola, Brozo o Azucena Uresti bajen al terreno de Noroña y lo ataquen directamente es una señal inequívoca: ya no lo ven como un payaso folklórico.

Hoy, Noroña significa algo más. Para los medios y para las élites, representa castrismo, autoritarismo, dictadura y empobrecimiento. Es el fantasma del chavismo entrando a México con rostro propio.

El riesgo del mártir

El problema es que los ataques no lo debilitan entre sus seguidores. Al contrario: lo refuerzan como víctima del sistema, el único que “dice la verdad” y que incomoda a todos.

Si sobrevive a este embate, su liderazgo crecerá más allá de Morena. En ese escenario, el partido no tendría más remedio que absorberlo como candidato para no perder el control, aunque eso signifique entregar su futuro al castrismo internacional.

El verdadero peligro

El caso Noroña no es un pleito menor ni una anécdota política. Representa el choque entre un partido huérfano y el castrismo continental que busca expandirse en México.

El peligro para México no es la vida ostentosa de Noroña, sino que, de sobrevivir políticamente, se convierta en el primer candidato presidencial del castrismo mexicano: un líder indomable, mártir de sus propios ataques, y respaldado desde Caracas y La Habana.

Ese es el verdadero riesgo rumbo al 2030.

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